Si pensamos en el tiempo que chicos y chicas pasan viendo televisión o escuchando música, si reflexionamos en el tipo de programación o en los contenidos de las letras de las canciones que escuchan, podríamos pensar en la manipulación que los medios ejercen sobre niños y jóvenes y de tanto verlo nos acostumbramos a creer que esa es la cotidianidad y que todo lo que se ve y se escucha es normal, pero la verdad es otra por cuanto la programación y los contenidos musicales no son pertinentes para su edad o su nivel educativo, casi todo en los medios está salpicado de violencia, de conflictos, de imágenes sugestivas que hacen daño.Por otra parte un alto porcentaje de maestros desconocen el alcance de estos medios y su utilización práctica en el área docente, y en alto número de casos los alumnos superan el conocimiento técnico del maestro, recordemos que ellos pertenecen a la generación de la tecnología y nosotros no podemos negar la posibilidad de orientar adecuadamente su uso.
Los educadores tienen entonces la responsabilidad de educar en y para los medios convirtiéndolos en instrumentos que potencien el aprendizaje e incorporándolos como elementos didácticos en las actividades pedagógicas, curriculares y de aula orientando su manejo y uso diseñando planes y proyectos que les permitan acrecentar sus conocimientos en las áreas importantes para su integración al contexto social al que pertenecen, al trabajo productivo en equipo e individualmente para el bien común, así como para acrecentar los valores que son base en las relaciones dentro de nuestra sociedad.
Dentro de las nuevas formas de aprender, se convierte en prioridad el compartir experiencias educativas donde los medios se integren a la escuela y podamos mediante su uso generar conceptos, ideas, actividades, elementos de identidad y pertinencia que intenten explicar cómo es la sociedad y por qué funciona como funciona.
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